No había denuncias por misteriosa ausencia. Tampoco nadie parecía haberse percatado del prolongado olvido de Antonio, un jubilado de Valencia hallado muerto tras 15 años sin que nadie lo notara.
Ni sus vecinos ni sus familiares, con los que no tenía relación, descubrieron su trágica muerte hasta el pasado fin de semana, cuando las fuertes lluvias de la DANA Alice hicieron que los inquilinos del piso de abajo advirtieran de una avería que destapó el macabro hallazgo.
La combinación de lluvias intensas y un atasco en el desagüe del edificio, ubicado en la calle Luis Fenollet del barrio de la Fuensanta, provocó una filtración de agua negra y maloliente que alertó a los vecinos por su color y su fuerte olor, que descendía a las viviendas inferiores.
El cadáver, vestido y rodeado de palomas muertas e insectos, yacía en un entorno de extrema insalubridad, según detalla El País.
La investigación, asumida por la Policía Nacional, se centra en la hipótesis de una muerte natural, ya que no se detectaron signos de violencia en el lugar, de acuerdo con testimonios de la Policía Local recogidos por El País.
El impactante caso ha conmocionado a los vecinos, quienes no veían a Antonio desde hacía más de una década y pensaban que se encontraba en una residencia. Ninguno denunció su desaparición ni percibió olores extraños, algo que los agentes atribuyen a que una ventana permanecía abierta, lo que permitió la ventilación del piso.
“Era un hombre completamente solitario, no se metía con nadie. Saludaba y seguía a lo suyo”, relata Rafael, vecino del inmueble, en declaraciones a El País.
La vida de Antonio se había reducido, tras una separación ocurrida más de treinta años atrás, al entorno inmediato: el vecindario, el supermercado y el bar de la esquina. No mantenía contacto con sus dos hijos ni con su exmujer, y según fuentes policiales citadas por El País.
El escándalo administrativo del caso añade otra capa de desconcierto. Aunque la vivienda acumuló durante años una escalofriante deuda de 11.000 euros con la comunidad, el administrador de la finca denunció la situación y un juzgado ordenó el embargo de las cuentas del fallecido.
A pesar de ello, la comunidad continuó cobrando las cuotas y lo mismo habría ocurrido con los suministros de agua y luz. Este hecho habría contribuido a que no se activaran alertas sobre el fallecimiento. Además, la Seguridad Social habría seguido abonando la pensión de Antonio tras su muerte.
La impactante historia de Antonio, que permaneció olvidado durante 15 años en su propio hogar, se ha convertido para muchos en un crudo símbolo de la soledad extrema y el aislamiento que pueden darse en las grandes ciudades, donde la muerte puede pasar inadvertida durante más de una década.
 
			








 
    	














