«¡Es increíble! Uno nunca deja de asombrarse», exclamó Maduro. «Digo, ‘¡Soy una figura viral! Soy más famoso que la mismísima Taylor Swift en Estados Unidos ahora mismo, más que la superestrella colombiana Karol G, y más que el fenómeno puertorriqueño Bad Bunny‘. ¡Incluso siento ganas de lanzar un disco!», compartió entre las sonoras risas de los miembros del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Durante un explosivo congreso de la formación oficialista, transmitido por el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV), el carismático líder chavista confesó que «aún» se impacta al aparecer en los medios estadounidenses, donde, según él, «se desató una auténtica alarma» tras sus declaraciones de que el pueblo suramericano es «un formidable movimiento popular, unido y armado, en defensa de su inalienable derecho a la paz y a la patria».
El audaz mandatario se presentó como un «joven de los barrios de Caracas, nacido el 23 de noviembre de 1962 y forjado en las asambleas de la combativa clase obrera caraqueña», quien hoy «provoca tanta controversia y fastidio al imperio norteamericano».
«¿A qué le tienen miedo de mí? ¡No soy yo! Es un pueblo indomable, en constante batalla, bolivariano, chavista, dueño absoluto de su destino, que jamás será humillado, que nunca será doblegado y que triunfará sobre el imperialismo ante cualquier amenaza que se atrevan a lanzar contra nuestra amada patria», enfatizó.
Horas antes, en el mismo congreso, el influyente secretario general del PSUV, Diosdado Cabello, aseguró que en Venezuela «no ocurrirá nada trascendente», pero instó a los ciudadanos a estar alerta y preparados «para el escenario más complicado».
El poderoso ministro de Interior también urgió a asumir el que definió como el «papel histórico» de los venezolanos para fortalecer en «estos tiempos desafiantes» la «revolución bolivariana», el célebre proyecto político y movimiento que Hugo Chávez inició tras su ascenso al poder en 1999.
Caracas ha lanzado una fuerte denuncia: la presencia militar estadounidense, que Washington defiende como parte de su combate al narcotráfico, es un complot para forzar un «cambio de régimen» e instalar un gobierno «títere» que permitiría a EE.UU. «apoderarse» de los vitales recursos naturales venezolanos, como el petróleo.

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