¡Histórico! El gobierno legalizó esta semana la comercialización de la flor de cannabis con fines terapéuticos bajo prescripción médica, un avance crucial pero con reglamentaciones pendientes para su plena implementación.
“El sector cannábico lo anticipaba hace más de tres años, ya que era el eslabón clave para completar la cadena de valor del cannabis terapéutico en Colombia: desde el cultivo, la transformación, la exportación y, ahora, el crucial uso doméstico de la flor”, comentó a The Associated Press Angélica Parra, directora técnica de una prominente empresa agrícola de cannabis medicinal en Cota, cerca de Bogotá.
Colombia fue pionera al legalizar el cannabis terapéutico en 2016, desafiando el antiguo estigma de una planta asociada a la ilegalidad y el narcotráfico. Sin embargo, la normativa se limitaba a derivados como extractos y aceites. Mientras tanto, la marihuana para consumo lúdico está restringida al uso personal, con un límite de posesión de cinco gramos.

“La mayor parte del cannabis medicinal y terapéutico consumido globalmente es en formato de flor seca, no en extractos, de ahí la trascendencia de esta autorización”, explicó a AP Julián Quintero, director de Acción Técnica Social, una ONG líder en la regulación de sustancias y la mitigación de riesgos.
Colombia se une a la vanguardia regional en la permisibilidad del cannabis medicinal, junto a naciones como Uruguay, Argentina, Chile, Panamá y Perú. No obstante, de estos países, únicamente Uruguay ha despenalizado su uso recreativo.

El reciente aval gubernamental ha generado interrogantes que las instituciones públicas deberán aclarar en los próximos cinco meses, mediante una reglamentación que clasifique la flor de cannabis como un “producto listo para el uso”, eliminando la necesidad de su transformación en aceites o extractos para el consumo.
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Quintero advirtió que una excesiva burocracia en la reglamentación del decreto podría obstaculizar el avance del cannabis terapéutico. “El decreto permite su comercialización, pero delega la normativa a organismos con una mentalidad históricamente restrictiva y conservadora”, señaló.
Entre los cultivadores, la expectación también es alta respecto a las autorizaciones pendientes.
“El verdadero impacto dependerá de la regulación y los parámetros técnicos, sanitarios y comerciales establecidos… si se mantienen criterios de calidad estrictos, será un gran avance; pero si se relajan los estándares, se podría comprometer la confianza del sector médico y la competitividad internacional”, puntualizó Parra.
Actualmente, la compañía de cannabis terapéutico de Parra exporta su flor, principalmente, a naciones de la Unión Europea. En Colombia, anticipan el aprovechamiento de la flor que no alcanza los estándares de exportación para su venta en el prometedor mercado interno.

El Dr. Ricardo Urbina, un prominente especialista en cannabis, aplaudió la promulgación de la normativa, considerándola sumamente beneficiosa para él y sus pacientes, quienes hasta ahora dependían exclusivamente de derivados cannábicos.
“La flor de cannabis se emplea mediante vía inhalatoria, resultando extremadamente eficaz para pacientes que requieren manejar síntomas agudos, como crisis de ansiedad o náuseas inducidas por la quimioterapia”, afirmó a AP Urbina, experto en cannabis terapéutico desde 2020.
La administración del cannabis por vía inhalatoria provoca un efecto de acción más rápida, detalló Urbina, a diferencia de derivados como los aceites sublinguales, que demoran más de media hora en manifestar su eficacia.
Una vez que la regulación finalice y se autorice su dispensación en farmacias, los pacientes necesitarán una prescripción médica, estableciendo así un control riguroso sobre su utilización.
“La flor de cannabis puede albergar diversos cannabinoides, destacando el THC y el CBD como los principales… Aunque la planta es la misma para fines médicos y recreativos, la clave radica en su composición química y la intención de uso”, subrayó Urbina, quien ha observado un incremento anual en la demanda de cannabis terapéutico por parte de sus pacientes.
Sin embargo, Quintero alertó que la ausencia de una regulación clara para el consumo de marihuana recreativa podría incentivar a los usuarios a recurrir a prescripciones médicas para obtenerla fácilmente.
“Desde la perspectiva de los derechos civiles, esto representa un retroceso… al clasificar a los consumidores recreativos bajo la categoría de enfermedad, cuando la responsabilidad del gobierno era regular el cannabis recreativo directamente”, explicó.





















