Bajo un sol implacable, soldados de élite de EE. UU., armados con potentes rifles de asalto, esperan órdenes junto a policías panameños en posición de combate para asaltar un búnker estratégico en la ex base militar de EE. UU. en Sherman, un punto clave del Canal de Panamá en el Atlántico.
Minutos antes, las tropas de élite y policías han recibido instrucciones en inglés traducidas al español, en una pequeña instalación donde se puede leer: «academia de supervivencia en jungla».
Panamá, sin ejército propio, posee una ubicación geoestratégica clave por su canal, por el que han cruzado buques de guerra y destructores en dirección al Caribe en el último mes y medio.
Estas instalaciones se han transformado en campo de entrenamiento de las tropas de EE. UU. y la policía panameña, que perfeccionan tácticas de combate en jungla dentro de un programa de cooperación militar iniciado en agosto.
El curso inicial de agosto «se centró solo en supervivencia; este nuevo programa incorpora tácticas avanzadas y rastreo en la jungla», afirma a la prensa la coronel Ada Cotto, comandante del contingente de EE. UU.
El objetivo es «forjar conocimientos y lazos estratégicos mutuos» que beneficien «a ambas naciones», agrega.
Estos ejercicios militares se intensifican mientras el Caribe arde en tensiones entre Estados Unidos y Venezuela, cuyo líder Nicolás Maduro, denuncia intentos de derrocamiento por parte de Washington.
EE. UU. lanzó en agosto una operación antinarcóticos masiva con siete buques de guerra en aguas internacionales del Caribe, cerca de las costas venezolanas, lo que Caracas tacha de «amenaza directa» para forzar un «cambio de régimen».
No obstante, la coronel Cotto desmiente rotundamente cualquier vínculo entre estas maniobras en Panamá y las operaciones navales frente a Venezuela.
«No estamos preparándonos para ninguna confrontación», aclara Cotto sobre la posible relación con las tensiones con el país sudamericano.
«Todo el proceso es transparente y ocurre por invitación oficial del gobierno panameño», subraya.
El despliegue naval se precipitó tras las acusaciones de Washington contra Maduro por liderar carteles de droga. Reportes recientes indican que EE. UU. ha atacado ocho embarcaciones de presuntos «narcoterroristas», con un trágico balance de al menos 34 fallecidos, incluyendo dos en un incidente en el Pacífico.
El gobierno de Panamá, con una relación tensa con Maduro, confirmó que medio centenar de marines de Estados Unidos se entrenarían este mes en la jungla panameña para potenciar sus habilidades «en uno de los entornos más desafiantes del planeta».
«Nuestro enfoque principal es la supervivencia extrema en la jungla, un territorio extremadamente peligroso», explica a la AFP la sargento instructora de EE. UU. Jeimie Deras, de origen hondureño.
«Aquí, el entrenamiento que realizamos se centra exclusivamente en nuestra defensa y protección» para combatir «la amenaza del crimen organizado y el narcotráfico», afirma a la AFP el mayor panameño Didier Santamaría.
Estas controvertidas maniobras militares se materializan tras la firma en abril de un acuerdo bilateral que autoriza el despliegue de fuerzas de EE. UU. en la nación centroamericana.
Este controvertido acuerdo faculta a Washington para emplear, con la venia panameña, bases aéreas y navales con fines de «entrenamiento» por un lapso de tres años, prorrogables.
El pacto se selló bajo la intensa presión del presidente de EE. UU., Donald Trump, quien ha amenazado con tomar el Canal de Panamá, argumentando su presunto manejo por China.
«He estado extremadamente ocupada y no he tenido oportunidad de visitar el Canal, aunque me encantaría (…). Personalmente, como Ada Cotto, no he observado presencia china, pero mi visión limitada no descarta nada», puntualiza la comandante de EE. UU.
 
			








 
    	














