Michael Lima Cuadra/Latinoamérica21
La dictadura cubana fuerza al exilio a Luis Manuel Otero Alcántara, su artista disidente más famoso, revelando así su mayor pánico: el arte como chispa de disidencia y la capacidad de un individuo para encender el cambio democrático. Luis Manuel Otero Alcántara, reconocido por Time en 2021 como una de las 100 personas más influyentes del mundo, personifica esta amenaza. «Amo la libertad más que a la vida misma», declaró en 2020 tras sufrir decenas de brutales arrestos arbitrarios, un credo que fusiona su vida, su arte y su activismo. El 11 de julio de 2021, fue arrestado de nuevo durante las históricas protestas del 11J en Cuba y posteriormente condenado a cinco años de prisión en un juicio farsa y secreto. Desde su celda, advirtió: “Fabricaron esta sentencia de cinco años de la nada, de falsedades. Podrían inventar otros diez. Así que elijo el exilio. Pero no quiero irme de Cuba. Mis únicas opciones son el martirio o el exilio”. Su odisea expone cómo la dictadura de La Habana manipula el exilio como herramienta de castigo y censura, intentando silenciar voces indomables.
Identidad: El desafío de la dictadura cubana
En 1961, Fidel Castro invocó el asesinato del alfabetizador Conrado Benítez, declarando: “Era pobre, era negro y era maestro. Esas fueron las razones por las que los agentes del imperialismo lo asesinaron”. Hoy, en una cruel inversión, Otero es perseguido por esas mismas razones, no por los imperialistas, sino por el régimen castrista. Pobre. Negro. Disidente. Para los barrios pobres de La Habana, se ha convertido en un estandarte de la dignidad, haciendo eco del grito que se escuchó en el Maleconazo de 1994 y el 11J de 2021: ¡libertad!
Arte como Resistencia
Otero pertenece a una larga tradición de cubanos que forjaron espacios más allá del control de la dictadura, convirtiendo la cultura en protesta, y pagando caro su encarcelamiento brutal y exilio forzado. El régimen le teme no solo por quién es, sino por su impacto global. Pertenece a un linaje más amplio de resistencia, desde poetas clandestinos en Checoslovaquia hasta artistas en Nicaragua bajo el gobierno de Ortega y Ai Weiwei en China, demostrando que la creatividad sobrevive a la opresión. Su aporte clave, junto con Yanelys Núñez, Maykel Castillo “El Osorbo” y Amaury Pacheco, fue la creación del Movimiento San Isidro (MSI) en 2018. Nacido desafiando el Decreto 349, que prohibía el arte sin la aprobación del estado, el MSI lanzó una batalla contra la censura y revitalizó la oposición cubana al atraer a artistas, intelectuales, feministas, activistas LGBTQ+ y otras personas excluidas de la disidencia durante mucho tiempo.
Las acciones simbólicas pronto definieron el movimiento. En noviembre de 2020, miembros del MSI realizaron una huelga de hambre para denunciar la detención ilegal del rapero Denis Solís, exponiendo así la represión contra artistas disidentes. Meses después, la impactante performance de Otero, Garrote Vil, durante el Congreso del Partido Comunista, dramatizó la asfixia del disidente cubano, utilizando el collar de hierro que se empleaba en las ejecuciones durante el dominio colonial español y, posteriormente, durante la dictadura franquista, para reflejar cómo la dictadura estrangula la libertad hoy.
Esta explosión cultural alcanzó su punto álgido con Patria y Vida, el himno global ganador del Grammy que unió a Luis Manuel Otero, Maykel Osorbo y El Funky con artistas cubanos de la diáspora. Al igual que la bandera de Solidaridad en Polonia en la década de 1980 o el Movimiento de los Paraguas en Hong Kong, la canción se convirtió en un grito de libertad imparable: demostración del poder del arte para sacudir dictaduras con más fuerza que cualquier arma.
Para 2021, el MSI expuso la represión en Cuba al ojo del mundo. Medios como The Washington Post publicaron decenas de artículos sobre el MSI entre 2020 y 2021, mientras que las acciones de solidaridad internacional se expandieron por Europa y América, una ola sin precedentes en décadas. Mediante una innovadora resistencia digital, MSI transmitió en directo huelgas de hambre, sentadas y redadas policiales a pesar de los constantes cortes de internet. Su lema, Estamos Conectados, capturó tanto la resiliencia como la creatividad, conectando a cubanos dentro y fuera de la isla.
Por qué la dictadura cubana le teme a Luis Manuel Otero Alcántara
Hoy, Cuba sufre apagones crónicos, una pobreza que afecta a más del 89% de los hogares y una frustración que estalla. Según el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, la desaprobación pública del régimen cubano alcanzó el 92% en 2025, mientras que el Observatorio Cubano de Conflictos documentó más de 6000 protestas cívicas contra el régimen en lo que va de 2025, desde estudiantes que denuncian los precios de internet hasta comunidades que exigen agua y electricidad. En este clima, líderes como Otero son una amenaza letal, ya que canalizan el descontento espontáneo hacia la resistencia organizada y efectiva.
Aunque el Movimiento San Isidro fue desmantelado con arrestos, exilio forzado y prohibiciones de viaje, perdura como un faro de organización cívica, estrategia digital y solidaridad internacional.
Luis Manuel Otero: La voz de Cuba que la dictadura no puede silenciar
El encarcelamiento y el exilio forzado de Otero marcan una escalada en la estrategia represiva de Cuba. Desde julio de 2021, la dictadura ha pasado de detenciones breves a largas condenas y destierros sistemáticos, tácticas para aniquilar el liderazgo cívico. El exilio forzoso es castigo y borradura, violando flagrantemente las obligaciones de Cuba bajo el derecho internacional, incluido el artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Sin embargo, el legado de Luis Manuel Otero Alcántara perdura. Ha demostrado que la resistencia puede surgir del cubano común: barrios marginados, comunidades afrodescendientes, los pobres olvidados. El MSI sembró una cultura de protesta, allanó el camino al 11J y demostró que el arte puede exponer la represión globalmente. Desde su celda, organizó ayunos simbólicos y creó obras exhibidas internacionalmente. Su resiliencia ha sido reconocida mundialmente, siendo reconocido mundialmente con galardones como el ArtReview, el Premio Rafto y el Václav Havel.
Incluso en el exilio, Luis Manuel Otero Alcántara seguirá siendo una voz global, movilizando la solidaridad en la academia, el arte y la sociedad civil internacional. Pero la verdadera solidaridad exige más que un reconocimiento: exige su liberación incondicional, el cese del exilio forzoso, el fin de las prohibiciones de reingreso y la derogación de leyes que criminalizan el arte y la disidencia en Cuba.
La persecución de un artista —con acusaciones falsas, un juicio farsa, encarcelamiento y exilio— no es fuerza, es debilidad brutal. Los autócratas comandan ejércitos, pero tiemblan ante el coraje y la imaginación de quien se atreve a inspirar la libertad.
Michael Lima Cuadra es investigador y director de Espacios Democráticos, una ONG dedicada a fomentar la solidaridad en Canadá con defensores de derechos humanos y la sociedad civil en Cuba. Máster en historia latinoamericana de la Universidad de Toronto.






















