Allan Lavell y Rodrigo Barraza/Latinoamérica21
Los riesgos naturales se transforman en catástrofes por errores o negligencias en el desarrollo: cómo usamos el suelo, dónde invertimos y las reglas que ignoramos. Así, un desastre es una construcción social, no un evento puramente natural.
No son solo la naturaleza: los desastres nacen de la interacción entre amenazas (naturales, humanas, tecnológicas) y nuestras vulnerabilidades sociales, ambientales y económicas. Lo confirma el Informe Regional de Desarrollo Humano 2025 del PNUD.
Casos reales demuestran por qué un desarrollo resiliente exige un giro radical en cómo gestionamos el riesgo. En Choloma, Honduras, el auge de la maquila impulsó el crecimiento, pero sacrificó la seguridad con urbanización descontrolada sobre zonas críticas. En 2017, huracanes como María e Irma no fueron una «sorpresa», sino el reflejo de décadas de malas decisiones que aumentaron la vulnerabilidad.
La tragedia del Volcán de Fuego en Guatemala (2018) revela la desigualdad ante los desastres. San Miguel Los Lotes, con sus familias humildes, fue aniquilada. A escasos kilómetros, un resort de lujo, con sus protocolos y seguros, se salvó de víctimas. El mismo volcán, destinos opuestos. La clase social decide.
Esta diferencia impactante se debe a 4 factores clave: capacidades desiguales, información sesgada, zonificación injusta y una confianza minada que frena las alertas.
Si el riesgo lo creamos nosotros, la resiliencia no puede ser solo una palabra. Debe ser la base del desarrollo: planificar, financiar y ejecutar todo con filtros de riesgo y adaptación climática desde el diseño. La pregunta es: ¿cómo evitar el próximo desastre, no solo cómo reaccionar?
La ciencia del riesgo revela que hay 4 frentes de acción urgentes. El primero es crucial: el suelo.
¡Cuidado con el suelo! Ribera, zonas de agua, laderas y costas críticas no son “terreno libre”. Hay que frenar la presión inmobiliaria que condena a los más pobres a vivir en zonas de alto peligro.
El segundo frente: la naturaleza como aliada. La destrucción de cuencas, manglares y vegetación convierte una lluvia en diluvio y una ladera en deslizamiento mortal. La restauración ecológica y la gestión de residuos no son caprichos “eco”, ¡son nuestra seguridad colectiva!
El tercer pilar: protección social es prevención. Combatir la pobreza y desigualdad es reducir el riesgo de catástrofe. Hogares seguros, agua, saneamiento, ingresos y seguros: eso salva vidas y convierte un incidente en solo un susto.
El cuarto frente: inversión inteligente. Hoy, la mayoría del dinero va a reaccionar y reconstruir. Debemos invertir esta tendencia: pasar de la reparación a la prevención. Integrar filtros de riesgo y clima en todo proyecto, blindar fondos preventivos y premiar la prevención municipal. Es gastar diferente, no más.
Estas claves son parte del Informe Regional 2025, que redefine la resiliencia en América Latina y el Caribe, sentando las bases de sus hallazgos revolucionarios.
Más del 80% de LatAm vive en ciudades, y el crecimiento explota en las pequeñas y medianas, las más vulnerables. Si no actuamos, crearemos territorios imposibles de arreglar. La solución está en el día a día: cumplir normas, mantener servicios y priorizar la prevención con participación ciudadana.
Choloma y Los Lotes no son errores, ¡son alertas máximas! Choloma enseña que el crecimiento sin control genera riesgo inevitable. Los Lotes grita que, ante el mismo peligro, la desigualdad decide quién vive y quién muere.
El desastre es nuestro espejo: no refleja un clima loco, sino un modelo de desarrollo que premia la informalidad, aplaude inversiones sin reglas y protege solo a los ricos. Para cambiar, hay una regla de oro, inspirada en Hipócrates: “Primero, ¡no crees el riesgo!”.
Reaccionar y reconstruir mejor siempre será vital. Pero será más efectivo si el desarrollo integra el análisis de riesgo desde cero. La ciencia forense del riesgo es la clave para un cambio institucional real y un futuro resiliente.
Allan Lavell
Investigador asociado en FLACSO, Costa Rica, consultor senior en gestión de riesgos de desastres y miembro fundador de la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres Latinoamérica y el Caribe – LA RED.
Rodrigo Barraza Vásquez
Especialista en Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para América Latina y el Caribe.






















