La obra teatral “El inconveniente”, presentada del 5 al 14 de septiembre en la sala Ravelo del Teatro Nacional, entre risas y aplausos, destaca un valor esencial en la vida de todo ser humano: la amistad verdadera.
Las vidas decadentes de tres personas se cruzan por circunstancias ridículas: una vendedora inmobiliaria, un comprador y una vendedora. Tres desconocidos cuyas vidas se entrecruzan, primero de manera circunstancial y, luego, unidos por un sentimiento mutuo de amor, solidaridad, complicidad y tolerancia.
“El inconveniente”, con texto del dramaturgo español Juan Carlos Rubio, es una suerte de comedia al mejor estilo de las series americanas o españolas que vemos en la televisión por cable, que más allá de las entradas y salidas de los personajes, con parlamentos hilarantes unas veces y absurdos en otras, tampoco es que nos aporte nada nuevo.
Los protagonistas de esta puesta en escena son Xiomara Rodríguez, Orestes Amador y La Beba Rojas, quienes, dirigidos por Elvira Taveras, bajo la producción de Raúl Méndez, hacen lo imposible por sacar carcajadas constantes del auditorio. Muchas veces lo logran, otras, se quedan en puros intentos.
Del elenco, es mandatorio reconocer el trabajo de Xiomara. En su rol de la septuagenaria que pone en venta su casa, que pone como condición que quién la compre debe aceptar que ella siga allí hasta su muerte, porque se supone que duraría poco de vida, dado el estilo de vida de excesos que ha llevado.
Pues al parecer a Lola, su personaje, le tocó la lotería. Sus diálogos son los mejores. Los de mayor comicidad y, sumado al manejo del lenguaje cómico de esta experimentada actriz, logra brillar no sólo con luz propia, sino con un aura especial de personaje principal que, queriéndolo o no, eclipsa a sus compañeros de reparto con sólo abrir la boca. Chapó.
A Orestes se le ve contenido. Digamos que su personaje de Luis es, por así decirlo, la parte seria, atormentada, atribulada y confundida de la obra. Es el comprador que busca un refugio especial en su vida y que, sin rechistar, acepta las condiciones de vivir con una desconocida bajo un mismo techo.
No es que esté mal, es que se le nota atado, limitado, sin maneras de lucirse como el tremendo actor que es, acostumbrado a ofrecer grandes y recordados personajes. En esta obra, el también bailarín se limita a ser el comodín en el que se apoya Xiomara para destacar en escena.
La Beba Rojas, la exuberante venezolana afincada en República Dominicana desde hace algunos años, no es que haya hecho mucho teatro en el país. Sin lugar a dudas, su mejor trabajo hasta el momento ha sido en la obra de corte judicial “Terror”.
Ella ha dedicando más tiempo a su faceta de presentadora de televisión. En este montaje, en particular, hace de agente inmobiliaria y de ahí pasa a otras actividades. Algo pasa en su interpretación que por más intentos que hace por agradar, por ser simpática, no alcanza ese match entre actriz y público.
Hay en su personaje cierta debilidad interpretativa, que no sabemos si por desconexión de la trama en sí, o cuáles han sido las razones que han influido en que ella no brillara tanto como acostumbra.
Ella, Beba, no es mala actriz. Viene de una escuela cómica que ya es icónica en Latinoamérica, como el programa “Bienvenidos”, sin embargo, ese moverse de modo torpe y esa voz chillona (cosas del personaje), no la han dejado destacarse como la actriz que es.
 
    
Escena de “El inconveniente”, dirigida por Elvira Taveras, versa sobre las vidas decadentes de tres personas que se cruzan.
La dirección y adaptación de Elvira y la asistencia de Isen Ravelo es lineal. Se apoya bastante en lo básico del argumento y, salvo ligeros y casi imperceptibles modificaciones para darles toques de actualidad, la teatralidad va a lo seguro, sin arriesgarse.
La escenografía (muy bien diseñada por Giamilka Román y montada Carlos Ortega/Edicson), cuyos espacios se acercan bastante a la realidad, respaldados por el diseño de luces de Ernesto López, nos hace confiar cada vez más en la parte técnica de nuestro teatro.
Esta puesta en escena es un sinfín de buenas y medias intenciones, que bien supera el 70 por ciento en su calificación, al menos en su día de estreno y que es muy probable que en representaciones siguientes, incluyendo este fin de semana, logre el 100 por ciento que todos esperan y que, seguro, ellos mismos persiguen.
 
			








 
    	














