La última investigación trimestral de TransUnion en la República Dominicana, Pulso del Consumidor, realizada durante mayo y junio de 2025, destaca los cambios significativos que los consumidores han experimentado en sus finanzas personales al analizar los patrones de comportamiento de las diferentes generaciones y sus dinámicas en cuanto a ingresos, deudas e historial crediticio.
Según Danilda Almánzar, Country Manager de la empresa, las nuevas generaciones muestran un interés cada vez mayor en la educación financiera, incluso llevando un seguimiento constante de su historial crediticio.
Un 82% de los consumidores dominicanos encuestados considera que el monitoreo del crédito es al menos moderadamente importante, y casi la mitad (49%) afirma revisar su crédito al menos una vez al mes.
Los Millennials (29 a 44 años) y la Generación Z (18 a 28 años), con un 84%, son más propensos a considerar importante el monitoreo del crédito, y la Generación Z presenta el porcentaje más alto (60%) de consumidores que revisan su reporte de crédito al menos mensualmente.
Entre las razones más comunes se encuentran intentar mejorar su puntaje de crédito (39%), protegerse contra el fraude (32%) y conocer ofertas de crédito a las que podrían calificar (22%).
Aunque no se aclara por qué las demás generaciones todavía no valoran la importancia de tener acceso a su puntuación crediticia, Almánzar sostiene que las generaciones más jóvenes mantienen una educación financiera actualizada para saber si tienen acceso a préstamos bancarios, nuevos créditos y productos financieros con mejores condiciones.
La brecha generacional en el crédito
Por otro lado, el estudio percibe algunas diferencias generacionales en los patrones de comportamiento crediticio, donde la generación X (45 a 60 años) tiene mayores oportunidades de crédito en la banca formal debido a su mayor experiencia laboral y mejores ingresos.
“Es una generación que ya tiene mucha más experiencia en términos de crédito y lo que es el crédito”, señal
la líder en áreas comerciales, mientras que los millennials se visualizan más optimistas sobre la economía y la flexibilidad laboral, manteniendo una tendencia más informal que les hace sentir que los créditos formales no se ajustan a sus necesidades financieras.
Para la Generación Z, el panorama es diferente, ya que tienen menos experiencia y
Aunque estos factores podrían significar indicadores de riesgo, cuando la cultura nacional se basa en la informalidad del crédito, la apuesta está por la bancarización formal gracias a estrategias digitales como las fintech que permiten un acceso instantáneo al crédito del usuario.
“Lo que se apuesta es que, a medida que estas generaciones van creciendo, el acceso al crédito por temas educativos, por tema de accesibilidad y cercanía, que es lo que ofrecen todos los temas digitales, haya más acceso al crédito formal”, indicó.
A medida que se incremente la experiencia digital en el mercado financiero, las generaciones posteriores se interesarán e incluirán en la bancarización, accediendo a financiamientos más importantes y seguros.
Miedo al fraude
Pese a las brechas generacionales, un 29% de los encuestados indicó estar preocupado por el robo de identidad, el 25% expresó inquietudes sobre amenazas de ciberseguridad y otro 25% mencionó el costo de los servicios de internet.
Las amenazas cibernéticas que más preocuparon a los consumidores encuestados fueron el robo de identidad (48%), el fraude con tarjetas de crédito o pagos (46%) y las filtraciones de datos (34%).
En el segundo trimestre de 2025, el 21% de los consumidores señal., que ver sido objeto de intentos de fraude por internet, correo electrónico, llamadas telefónicas o mensajes de texto, pero sin convertirse en víctimas en los últimos tres meses. Otro 11% indicó que sí fue víctima de alguno de estos esquemas. Un tercio (34%) de los encuestados de la Generación Z y el 35% de los hogares de altos ingresos indicaron haber sido objeto o víctimas de fraude digital en los últimos tres meses.
Los esquemas más comunes reportados fueron las estafas de dinero o tarjetas de regalo (26%), estafas de terceros en sitios de comercio electrónico legítimos (26%), vishing o llamadas telefónicas fraudulentas (24%), smishing o mensajes de texto fraudulentos (22%) y robo o cargos fraudulentos con tarjeta de crédito (20%).
Atentos a estas amenazas de seguridad, la experta en la industria bancaria y financiera afirmó que los bancos y demás entidades realizan fortalecimientos de su estructura contra el fraude.
Algunas de las soluciones aplicadas por la institución están en validar la identidad y el riesgo del dispositivo donde se realiza la transacción, además de verificar datos de entrada como correos y teléfonos.
Inversiones orientadas cada vez más a mitigar estos fraudes demuestran una preocupación relevante para evitar que la sociedad deje de ser víctima de estas estafas y muestre más confianza a la hora de acercarse a estas entidades.





















