Desde los años ochenta, cuando República Dominicana se convirtió en ruta clave del narcotráfico hacia EE. UU. y Europa, los beneficiarios de este negocio, buscando impunidad y control territorial, empezaron a inyectar grandes sumas de dinero, directa o indirectamente, en las campañas electorales de los partidos.
Cuatro décadas después, el narcotraficante y el lavador de activos son figuras claves para ganar elecciones en República Dominicana, a todo nivel. Con el tiempo, se perfeccionaron las formas de apoyo, y los grandes narcos a nivel distrital, provincial o regional, cansados de ser solo intermediarios y viendo la impunidad reinante, decidieron dar el salto a la política directa, postulándose ellos mismos como candidatos. Los ejemplos son innumerables, y cada partido señala a los demás, solo pregunten. Dejemos la hipocresía: no hay un solo político electo con fortuna ligada al narcotráfico/lavado que, antes de ser candidato, no fuera ya conocido por ello en su provincia, municipio o barrio. El éxito ilícito, como el amor, es imposible de esconder.
La situación es alarmante. Políticos corruptos y narcos astutos han creado un sistema clandestino para financiar partidos, “El Sistema”, elevando drásticamente el costo de las campañas electorales y haciendo del dinero el único factor para asegurar la victoria.
Actualmente, PRM y PLD se lanzan acusaciones, revelando sus vínculos con narcos y lavadores de dinero, mientras la sociedad dominicana observa cómo el éxito y la impunidad premian a quienes, habiendo sido narcos o lavadores, terminan en un Concejo edilicio o el Congreso. Ambos partidos buscan convencernos de que el otro está repleto de ex narcos y lavadores «bendecidos». Se denuncian, la gente les cree, y nuestra democracia se debilita. Esto dispara la abstención, y cada vez más dominicanos prefieren cambiar democracia y libertad por «orden y seguridad», que en el lenguaje autoritario y fascista, significa “mano dura”, “más disparos”, violación de derechos humanos, y la promoción del odio contra minorías (inmigrantes, negros, pobres) como política de Estado. El “Sistema” se fortalece, mientras la democracia se desmorona. ¿Cuándo despertaremos?






















